Historia
El cobro de intereses puede remontarse a tiempos muy lejanos, las primeras referencias puede que sean las encontradas en textos de las religiones abrahámicas.
Durante la Edad Media la influencia católica consideraba el cobro de intereses algo inaceptable, incluso caía dentro del pecado de la usura. Esto se debía a que se cobra por el uso temporal de un bien y el tiempo era considerado propiedad de Dios.
Durante el Renacimiento se comienza a ver el dinero como cualquier otra mercancía y, por tanto, puede ser comprado, vendido o arrendado. En este sentido, el tipo de interés sería el pago por el arrendamiento del dinero.
Durante el desarrollo de las teorías económicas clásicas llegaron los primeros estudios académicos del tipo de interés. Los autores destacados de esta época en el estudio del tipo de interés fueron Mirabeau, Jeremy Bentham y Adam Smith, para quienes el dinero, como mercancía, estaba sujeto a las leyes de oferta y demanda. Así, el tipo de interés se podría considerar como el "precio del dinero". En esta línea del dinero como mercancía se desarrolla el concepto de capital financiero.
Ya a principios del siglo XX, Irving Fisher estudia los tipos de interés de forma matemática incorporando diversos factores que afectan a los tipos de interés, introduce la diferenciación entre tipo de interés nominal y tipo de interés real. Al introducir factores como la inflación, Fisher describe el tipo de interés en su dimensión cuantitativa y temporal señalando el tipo de interés como la función que mide la diferencia entre el precio del bien en el futuro y el precio del bien en el presente.
Los economistas más influyentes en el concepto del tipo de interés en la actualidad son John Keyes y Milton Friedam.